Dulce otoño


El día gris trayendo la primera brisa fresca invita a mirar la estación más tierna del año. El suave otoño inunda mi alma de colores y paisajes mientras camino pisando las doradas hojas, y mi ser se calma en la certeza de las estaciones que siempre encuentran su tiempo, aún cuando parezcan tardarse.

Este cambio de estación ha sido extraño. Ha hecho un calor inusual y aún los árboles están completamente verdes. El contraste ha creado una paleta magistral de verdes, amarillos  y rojos que no recuerdo haber visto. Como un pequeño milagro y  una sonrisa de sinrazón de un Cielo perfecto, este otoño fue totalmente diferente a la vana previsión humana. 

La piel de mi alma se estremeció al ver un espectáculo único. Las ramas normalmente desnudas estaban cubiertas aún de hojas, de todos los colores; y de pronto mientras caminaba, una lluvia de hojas comenzó en total silencio y sin viento que las motivara. Vida y muerte se mostraban juntas. Dios nos dijo que para dar fruto hay que morir primero, lo extraño fue que siempre las hojas son arrancadas por los vientos fuertes, pero en ese día atípico, decidieron morir por sí mismas y caían en su extraña belleza para ser rotas bajo pies contentos de esperarlas y nutrir finalmente el suelo.

Pequeños y diarios milagros que anuncian el Corazón del Padre y nos recuerdan que todo tiempo ha sido dictado y se cumplirá como El dijo. Sorprendiéndonos siempre al corazón  desde nuestras cargadas rutinas, porque El, hace nuevo todo cada día. 

Sea cual fuera la estación del alma que hoy te toca vivir, deléitate hoy en los innumerables detalles que el Amor ha dibujado para tí. Y toma un momento para ser agradecido.

por Edith Gero
Imagen: www.bigxy.com

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