Equilibrio: la vida "al dente"


      Aunque hay gustos para todo, en su mayoría la comida gourmet prioriza en las pastas y algunas otras preparaciones la cocción “al dente” cómo el punto justo entre crudo y demasiado cocido.

      Entre el “mundo mágico de Disney” y “The Cleaner” (o “El Purificador”) la vida diaria  –al menos en mi caso- se inclina bastante más hacia “The Cleaner”; los momentos mágicos son pocos y demasiados los llenos de problemas, vidas quebradas, y algunos pocos que intentan repararlas  sin demasiada suerte a veces.  La vida no es para nada sencilla y su principal y necesario componente, las relaciones interpersonales, menos.  Creo que en todo esto la palabra equilibrio debe ser el énfasis buscado.
      La necesidad de equilibrio es algo presente en toda la vida. Miremos un árbol: tenemos por un lado a simple vista su hermosísima y orgullosa copa llena de flores, frutos, hojas y ramas bellamente dispuestas, nidos de pájaros y todo lo que la engalana; la copa es lo visible y casi todos se quedan con eso. Pero tenemos otra parte tan sustancial como invisible: sus raíces.  Y lejos de lo visible y lo invisible conectando ambas partes con muy bajo perfil aparece el tronco, y en su interior, justo allí se encuentra el punto de equilibrio. Debajo del ignorado y rugoso marrón, dónde late la vida  de la savia, es dónde el árbol encuentra su equilibrio.
      Pasado, presente y futuro son los tiempos de la vida que como las estaciones del alma precisan equilibrarse en nuestro interior para poder vivir sabiamente. Sin memoria no somos nada ni sabríamos nada, pero si vivimos en el pasado no logramos captar el presente. Por otro lado quien vive en la expectativa del mañana jamás disfruta del hoy. Equilibrio.
      Equilibrio es como el punto de inflexión dónde se encuentran el desgaste y la fuerza, las ganas y las posibilidades, y las destrezas e inutilidades. Tomemos  el orden por ejemplo: El orden parte del desorden y de la convicción de necesidad de cambio, y cuando uno comienza a ordenar un área termina entendiendo que es necesario un punto medio entre las expectativas de perfección de lo que se emprende y las posibilidades. Veamos ahora el tema de la limpieza: Si una persona limpia compulsivamente su casa denota, para los que estudiamos el tema, que persigue lavar un problema interno que no puede quitarse desinfectando ambientes. Y si otra persona es excesivamente sucia o desordenada su comportamiento nos habla de un desorden interior.
      “Ni tanto ni tan poco” terció mi sabia hermana en una de esas conversaciones interminables que solíamos emprender sentadas con mi anciana madre en el comedor de mi casa paterna luego del desayuno de un domingo.  Esa mañana ya casi vuelta mediodía hablábamos de política, y de ciertos personajes a favor o en contra del gobierno. La frase de mi hermana me quedó rondando por semanas. “Ni tanto ni tan poco”…. Cuánta sabiduría. No puedes creer todo lo que dicen, ni se puede desconfiar de todo.
     La vida precisa equilibrio. Nuestra casa pide equilibrio, las prioridades lo necesitan, ni que hablar de las familias y la dedicación del tiempo. Si trabajamos demasiado y no le damos al menos calidad de tiempo a la familia esta se resiente. Si le damos demasiado a una relación y nos olvidamos de nosotros mismos  tenemos problemas. No salir es malo pero si se sale demasiado se trabaja mal luego por estar demasiado cansado.
     La mayoría de la gente oscila entre dar todo a una relación o volverse un ermitaño cerrado al amor real. Equilibrio, nos falta más equilibrio.

      “Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción”. Gilbert keith Chesterton

Texto: Edith Gero
Imagen: TheArtThief

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