Propiedad privada.


      -¡Es mi vida, no te metas, hace tu vida que yo decido la mía!
     Todo el tiempo usamos exageradamente los adjetivos posesivos sin detenernos a pensar.
      Ni recordar....
      Porque todos bajaríamos la cabeza, si tuviéramos presente que: En el principio Dios hizo los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ella. Y en el principio nos creó, a tí y a mí.


     En el principio Dios.... la sola idea de la majestad, poder y alcance de tal frase choca con los muros de mi limitado conocimiento y me demuestra claramente que mi mente no logra albergar tal idea. Entonces, cómo puedo con tal facilidad día tras día sentar posesión sobre cosas que jamás me han pertenecido, empezando por mí misma.
     "Porque hechura Suya somos". Efesios 2.10
     No somos un error, ni un accidente, ni fruto de padres malos o buenos. Somos la perfecta creación de Dios, hechos a Su Imagen. Creador por y para Su Hijo, y esta es la segunda verdad que rompe mi limitado entendimiento. Fuimos creados para alguien y por medio de alguien que no es cualquier persona, sino El Hijo de Dios. Este "por y para" de Juan ya denota claramente que desde "El Principio"(otra vez) fuimos creados como propiedad de alguien, y por medio de alguien, lo que ya declara al Ünico Mediador de la historia entre Dios y el hombre: Jesucristo.
     Considerando esto temprano en la mañana, poco me quedó por hacer sino inclinar mi cabeza. No me pertenezco, nunca mi vida será mía, fui comprada por precio (y el más alto). Fui diseñada para ser una simple transportadora y administradora de cosas, acciones, dones, y aún dolores que no son míos.
De Dios es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan.  El nos pensó, soñó, creó y cada segundo sostiene nuestra existencia hasta que volvamos a Su Presencia, para recibir nuestra recompensa, o nuestro castigo, como cualquier hijo frente a su padre.
     Miro atrás a los últimos difíciles años,  y no me avergüenzo de haber rendido toda decisión delante de mi Creador.  Después de todo nada me pertenece, como podría no consultarle lo que haré, como podría no entregarle los resultados de triunfos y fracasos. Como podría no darle mis victorias y mis lágrimas por los sueños rotos, que también son Suyos.
      Todos los días escucho a las personas sentar posesión sobre todo, acaparando sentimientos, trabajos, dinero, poniendo cercos al amor. Pero nadie ni nada le pertenece a nadie. Ese dinero que tanto protegemos se esfuma en un segundo y terminamos comprendiendo que mejor es la generosidad que la posesión. Y ese cerco sobre nuestra vida para hacer lo que se nos antoja, es tan, pero tan irreal que aunque lo creemos cierto y nos escudamos detrás para no dejar entrar a nadie dónde no queremos, en segundos Dios rompe tales murallas y nos demuestra que...
     Todo es Suyo, y El, es un Dios celoso, que cuida su propiedad privada.
     Desde Él y con Su permiso podemos amar, trabajar, y hacer miles de cosas, pero es con Su Permiso que aun respiramos. Fuera de Él y del entendimiento consciente de que somos Su propiedad privada, las cosas podrán funcionarnos un tiempo breve en este anhelo posesivo y eogista de "lo mío", pero luego se derrumbará.
     Si nunca le consultaste a Dios antes de cada decisión, hoy es un buen momento de comenzar. Si lo haces cada tanto, conviértelo en tu énfasis. Recuerda, no te perteneces.

Texto: Edith Gero
Imagen: www.taringa.net

Comentarios