Cuando no puedas resolver algo.

Hoy les dejo esta  historia de vida, que me recordó algo que me enseñaron en el Instituto Bíblico  bajo el nombre "trabajar desde la plataforma opuesta" y que realmente me ha servido muchas veces. 
Cuando alguien me ofende, yo pido perdón. Cuando no tengo, es cuando mas doy. Cuando me siento sin  fuerzas, es cuando mas me decido a hacer. Cuando algo terriblemente malo e injusto me pasa, me dedico mas a mi trabajo de ayudar a otros. 
Piensa. Bién por mal. Generosidad en tiempos de carencia. Alentar con una sonrisa desde un corazón roto. Tener pensamientos de agradecimiento y belleza cuando las sombras te invaden. Piensa.

 La mayoría de las personas aumentan su dolor o el problema al que se enfrentan, con pensamientos que añaden más a lo que ya es insoportable. Piensa, estás solo en tu barco, frente a la tormenta. Prueba la virtud de la plataforma opuesta.  Aprendamos a navegar en aguas turbulentas. 
Edith


Una lección inolvidable " Cuando no puedas resolver un problema, piensa todo lo contrario"

Esta historia que hoy comparto contigo está tomada de un pequeño libro, que guarda un lugar de privilegio en mi biblioteca.
El libro es la experiencia real de un joven médico japonés que padeció el segundo holocausto nuclear, el Dr. Takashi Nagai,  uno de los mártires de Nagasaki casi desconocido en la actualidad, hombre de profunda Fé cristiana, como pocos.
Su relato simple y estremecedor vale cada palabra.

Este uno de los testimonios recogidos por el Dr. Nagai, el
de Fujimoto, un alumno de la Facultad de Medicina de Nagasaki en la mañana del 9 de Agosto de 1945.

... Los estudiantes de primer año estaban tomando apuntes silenciosos y atentos. Se consideraban ya unos doctorcitos al escuchar la lecciones de anatomía en latín, lengua de fonética extrana para sus oídos, y no podían menos de examinar las letras románticas que escribían al correr de la pluma.
De vez en cuando alzaban la vista y quedaban pendientes de los labios del profesor.

Un resplandor fulgurante y el edificio se desplomó.
Todo ocurrió en menos tiempo del que se necesita para contarlo.
La voz del profesor habrá quedado trunca seguramente en su garganta. Todos quedaron sepultados por el pesado techo. Fujimoto se encontró apresado por una viga. En la oscuridad reinante notó la densidad del polvo que le invadía la fosas nasales y la boca. Entre el reducido espacio que había de la viga a un banco fué maniobrando y logró sustraer el cuerpo a la presión. Oíanse lamentos y ayes de dolor. Eran pocas las voces, sin embargo, que tenían fuerzas para pedir auxilio, por lo que coligió que de los ochenta condiscípulos no habrían quedado muchos con vida.
El clásico olor de los incendios invadió el local.
Fujimoto pensó que había llegado el momento de combinar la fuerza y el arte para zafarse del todo. Empujó, maniobró, se retorció en el suelo, pataleó, pero todo fué inútil. Estaba como envuelto en una red endiablada que le impedía liberarse. Se acordó de la dinámica y trató de calcular el peso de los escombros que lo agobiaban. Ya se veían el reflejo de las llamas. En medio de los lamentos se oía una voz extraña que entonaba el  "Umiyukaba" , la canción de los que se dirigen a la muerte en la lucha por el Emperador.
Fujimoto relajó los músculos y se entregó al destino que la suerte maldita le había deparado. La canción terminó con el último verso: "Kaerimi wa seji..."

- ¡Hasta la vista, compañeros! - dijo el cantor - El fuego me alcanzó los pies.
- Unos minutos más y a mí también me devorarán las llamas - dijo Fujimoto.

Entonces su imaginación comenzó a volar. Los rostros de sus padres y de su hermano Masao - "que se hará médico en mi lugar" - se le presentaron para animarlo. La alegría de sus amigos, las sonrisas de cuantos conocía y al vida toda que llenaba su espíritu de emociones nuevas en aquella hora de trágica incertidumbre. Las cortas frases, tajantes de sus compañeros de estudio y el destino de morir quemado vivo.
" ¿ De que vale desesperarse ?.. "
" Aunque aquí el cuerpo no tenga espacio libre para moverse, el espíritu puede desplegar sus alas y agitarse libremente en la tierra y en el cielo " .
Ya sentía el olor de carne quemada.
Recordó algunas frases de su profesor. " El instante que estamos viviendo es un suceso grave", era una de ellas, y el pensó, no sin fundamento que era un suceso en realidad. 

" Cuando no puedas resolver un problema piensa todo lo contrario ".

El Doctor Sé era gracioso.
¡Ah Sí! Era todo lo contrario lo que tenía que pensar.
Y como para poner en ejecución esa posibilidad, palpó el piso. Los dedos se hundieron en la ensambladura y tiró con todas sus fuerzas. La tabla cedió.

Al desaparecer la presión del aire ocasionada por la explosión, las tablas vibraron liberadas y los clavos cedieron.
Este fenómeno ayudo a Fujimoto.
Cedieron algunas tablas más y su cuerpo cayó cobre la tierra.

-¡ Salvado! - gritó, y salió arrastrándose.

Del libro "LA CAMPANA DE NAGASAKI".

Para recordar: " Cuando no puedas resolver un problema piensa todo lo contrario " .
Por Eduardo Pereyra.


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