Puentes

Reunirse en una iglesia es un requisito básico  inherente a nuestra salvación y un mandato que no podemos eludir.  Hebreos 10.25 nos dice que no dejemos de congregarnos como algunos tienen por costumbre.
El ser humano es un ser social y hecho por Dios para estar en un cuerpo, ese cuerpo es la Iglesia.
Lejos del "Cuerpo" vivimos la realidad de sentirnos separados, aislados, y somos  botín de fieras y asaltantes... Nuestra fe decae, y la tibieza aumenta hasta insensibilizarnos.
El cuerpo de Cristo, Su iglesia , es el agente de restauración y  sanidad, el motor de nuestro crecimiento espiritual, el  lugar donde aprendemos acerca de la Biblia y de como ser mejores personas. Junto a los demás, somos moldeados, cambiados, transformados de vasos de barro a vasos de honra.

Todo esto es  largamente sabido.

Pero muchas veces olvidamos, que el papel de la iglesia no es imponer normas, sino ser puentes.
El mandamiento, la orden mas importante y el centro del evangelio se resume en Marcos 12.30:
"Amarás... amarás... amarás..."

La Iglesia como cuerpo y las iglesias como lugares donde nos reunimos, solo existen para ayudar a los creyentes a cumplir la gran comisión. Que no es ni mandar a otros, mucho menos juzgarlos.
La gran comisión nace del mismo Amor, que entregó a Su Hijo al mundo . Otra vez, hablamos de amor.

Amarás, por lo tanto respetarás la individualidad y unicidad del otro.
Amarás, por tanto entenderás que así como tú crees que lo que haces es de Cristo, el otro piensa lo mismo.
Amarás, por tanto no juzgarás, para que no seas juzgado.
Amrás, por tanto restaurarás en amor si alguien ha caido, pensando que a tí tambien puede ocurrirte.
Amarás, por tanto dejarás que los demás sean libres para cumplir aquello a lo que fueron llamados.
Amarás, por tanto no mandarás a otros sino que les ayudarás a que lleguen mas lejos que tú mismo.
Amarás por tanto considerarás al otro siempre como superior  a tí mismo.

En años de aconsejar y pastorear he oido miles de casos como los del video. Gente que fue mas lastimada en la iglesia que afuera. Yo fui una. También me sentí alguna vez discriminada , también me lastimaron, muchas veces me traicionaron.
Por eso procuro no repetirlo en otros.
He lastimado mil veces. Pero trato de ser rápida en pedir perdón, y estar siempre lista a oir el reclamo .
Doy lo que esta a mi alcanze dar, entrego lo que se y he aprendido sin juzgar. Acepto que el caído mañana puedo ser yo misma, y que el Dios de toda Gracia que me restauró y me levantó del abismo, puede hacerlo con todo aquel que se vuelva de todo corazón a El.

No sé si logro cabalmente ser un puente entre una humanidad que sufre y Dios, pero lo intento cada día.
Y al menos, trato, de no ser un abismo. Una piedra de tropiezo para otros.

Lo que no une divide.
El amor siempre une, nos pone "unánimes". Nos liga y nos teje en su entramado, punto a punto. Cada uno en su lugar.
Las doctrinas, el legalismo, el orgullo, el juicio , la cultura, la vestimenta, las formas..., siempre nos separan.

Hace mucho que sostengo contra viento y marea que yo quiero ser una bahía generosa, y trato de que la gente que esta a mi alrededor, también lo sea.
Amplia, calma y generosa una bahía se abre frente al viajero cansado, y lo recibe sin preguntas, brindándole lo que tiene. Permitiendo su descanso y reabastecimiento. Y lo despide sin lágrimas. La Bahía es feliz si vé un barco irse recuperado, restaurado, listo para tomar nuevos mares.

Hago un llamado a cada lider de cada iglesia en el mundo, y a cada creyente (empezando por mí misma), a no buscar números ni pertenencia a sus iglesias A no juzgar. Sino a servir en amor a los demás. 
No me toca a mí jugar el papel de policía como cuando eramos niños, sino ser un canal de sanidad.
No me toca a mí calificar si el que viene a mi vida llega escapando, cubierto de suciedad, o de la contaminación de tanto dolor y pecado. Sino ayudarle a sacarle sus vendajes de sepultura, y dejarlo ir (Juan 11.44)
Los que alguna vez hemos caído tan bajo, sabemos una realidad simple, no necesitamos que nuestras iglesias nos llenen de mas culpa ni juicio. El mundo solo se encarga largamente de ello. Necesitamos saber como salir, necesitamos una mano extendida. Tal vez una palabra de confrontación, porque no, pero no de juicio.

Seamos puentes.

Nada es nuestro, por lo tanto nada podemos juzgar. Si de Gracia algo recibimos, entreguémoslo de la misma manera, sabiendo que todos necesitamos de los demás.

Puentes, no abismos de separación. Bahías , no mareas que arrastran.
Aprendiendo de los demás. Enseñando de tanta Gracia recibida. Soportandonos las heridas mutuas.
Perdonando, y amando otra vez.
Solícitos en guardar la unidad, mediante el vínculo del amor. Efesios 4.1-6.

Te pido que tomes unos minutos para ver el video "juzgados" aqui, y abras los ojos a la realidad, que hoy, hay mucha gente fuera del camino porque no encontraron en nosotros  amor, gracia, y una palabra de aliento que les permita alcanzar lo que todos anhelamos, salvación, restauración, libertad.

Solícitos en guardar la unidad...

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