Piensa en voz alta


 "No seas sabio en tu propia opinión" Proverbios 3.7

     - Te quivocas por completo...¡No supongas lo que el otro piensa!¡vé y pregúntale!...
     Con estas fuertes palabras un gran hombre me dió hace unos años una aún más grande lección.
Dejar de "presuponer" lo que al otro le pasa o siente es algo complejo...
Porque implica el cambio de pensar  en ello -y creer que yo tengo la razón-, a hablar sobre ello y tal vez entender que estoy equivocada.
Todos los días escucho personas que se privan de decirle a otros lo que sienten porque piensan que son poco para el otro (y "el otro" daría todo lo que tiene por estar con tal persona). También escucho de otras personas que no dicen lo que piensan por miedo a perder a la otra persona... Sea que ganes o pierdas hazlo con la verdad, tener alguien al lado en base a mentiras es vivir una burbuja de fantasía que en cualquier momento reventará y te dejará solo con el aire por compañía.
Yo sé que pensar en voz alta es exponerse, y es dificil... lo comprendo y vivo. Cuando algo es conflictivo la primera tendencia es a callar y arreglarlo en la mente, pero es ahí cuando más debemos decirlo.
Las palabras tienden puentes que producen puntos de encuentro.

     El tiempo que antes gastaba en suponer que pasaba y como deberia pasar ahora lo invierto hablando.
Hablo mucho  por esto (a mi juicio, demasiado...) y escucho aún más. Pero es la forma que encuentro de romper ese odioso silencio interior donde presuponemos lo incorrecto y encima lo damos por cierto.
Entonces pienso en voz alta. Y a medida que pienso hablando con los demas, los demas me devuelven su propio pensamiento hablado y la realidad va tomando su forma propia.

     Si Dios nos enseñó que no podemos ser sabios pensando acerca de algo en nuestra propia mente, creo que Su regla es suficientemente práctica para mí. La mayoría de nosotros no piensa en voz alta, y la mayoría de esa mayoría ni siquiera habla de lo que ocurre adentro, no es extraño que las relaciones humanas naufraguen constantemente. En vez de ir a hablar con otros con un corazón abierto, nos llenamos y convencemos de pre-juicios, pre-conceptos y pre-motivos  que como nunca se corresponden a la realidad, luego en plena entrevista, reunión o charla tengo que enfrentar todo al mismo tiempo: la adecuación a la realidad, la desilusión o pérdida de lo que había pensado,  la frustración y muchas veces mis propias barreras.
Así es virtualmente imposible....

     Como dije, tal vez yo me exprese demasiado; pero tal  espero  que otros hagan conmigo. Directamente no evalúo lo que diré, porque eso sería volver a preconceptualizar, sino hablo, no tengo algo más adentro de lo que digo.  Y no hay cosa para mí más frustrante que estar con alguien que no quiere hablar, y que veo que piensa totalmente diferente a lo que en realidad ocurre, pero no se abre al choque de realidades internas y la luz que sobrevendrá a ello.  Mientras solo pensamos sobre algo, eso permanece en la oscuridad mental, pero al hablarlo vé la luz y en el confrontamiento con la otra realidad que vé también luz, se encuentra la verdad.  Pensamos -otra vez dominio de la mente-  que discutir es malo y que solo hablaremos si la situación ya está resuelta o podemos manejarla. Gran error, la discusión es la herramienta que confronta con el fin de llegar a la verdad. La discusión tiende el único puente posible al acuerdo (o a un panorama real de la situación).  Las soluciones, igualdades y desigualdades se ven cuando lo nuestro roza lo ajeno y entre todos forman la realidad.

     Desde que entendi este simple principio, pude avanzar sobre las respuestas al hablar mis preguntas.
Cuando vuelvas a pensar sobre algo, piensa en voz alta, y compártelo con alguien.

por Edith Gero
Imagen: www.freeamazingpictures.com

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