Teología despeinada


Ando la teología despeinada.

Así me amaneció hace ya muchos años y, desde entonces, no se me acomoda con nada.

He intentado ponerla en su sitio, para ir por ahí luciéndola sin que nadie la note, es decir, como la lleva todo mundo. Pero resulta que "antes de que el gallo canta", se me vuelve a despeinar.

Algunos me dijeron: Venga mijito, acomódese este asunto para que no ande así por la calle, no sea que lo confundan con los que "no creen".

Así que procuré utilizar cuanto producto artificial encontré para acomodar teologías. Un shampoo para alisarla, pero sin resultado. Bastaba un viento, aunque no fuera "recio", para volverla a alborotar. También usé un suavizante, igual resultado. Había otro que, según la etiqueta, era para "relajarla", pero al día siguiente amanecía aún más revuelta.

 No había forma. Llegué a sospechar que estaba enfermo, que necesitaba un hospital de teologías, pensé que si hubiera existido un hospital psiquiátrico de las teologías, me habría ido a ingresar voluntariamente.

Hasta que un día, recordando a uno que también la tenía indomable, recordándolo contrariar con sus palabras a todos los fariseos y maestros de la Ley, imaginándolo romper el "Sàbado" con su teología rizada a cuestas, trayendo a la memoria esos encuentros con las prostitutas, con los recaudadores de impuestos, con los pecadores... encuentros de teología sin shampoo ni suavizante, y , finalmente, contemplándolo ir a la Cruz, con esas greñas teológicas mas revueltas que nunca, y gritar a voz en cuello: "perdónalos, porque no saben lo que hacen". Fue entonces que me di cuenta que mi teología no estaba despeinada... ¡Era que estaba viva!

Por José Chacon, Pastor en Interludio.
Imagen: Paisaje al viento by En la profundidad del Bosque, blog

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