Toca mi boca


(Jeremías 1. Interpretación personal) 
Sobre la palma de tu mano estoy, Señor, sumisa e inclinada. Toca mi boca para que se convierta en corazón. Si es verdad que me envías, toca mis labios pues no sé hablar. Pon en mí tus palabras, justas todas y valiosas. Si me escogiste desde el vientre de mi madre, si me consagraste a ti desde antes de nacer y me nombraste profeta, ayúdame, dirige mis pasos, dame fuerzas ya que quiero servirte, caminar hacia tu voluntad con pasos firmes. Pido ir donde me envíes, decir lo que me encargues a pesar de la imperfección de mi lenguaje. A pesar de mi miedo pretendo persistir en valentía, en la tuya, no en la que quiere ejercer contra mí la manipulación de la esencia humana. Si he de ir hacia tu encargo llorando, llorando iré y te pido, permíteme la queja de vez en cuando. Antes de dar el siguiente paso libérame de las fieras dudas que me asaltan. Tú estás conmigo para librarme, no retires de mí tu compasión.

Ata mi lengua el silencio, postrada estoy y avergonzada. Quiero sentir el cálido aliento de vida sobre mi frente. Gobierne quien gobierne, sea quien sea que reine, háblame en todo tiempo.

Recomponme, arréglame si me rompo una y otra vez. Sé tú quien venga a rescatarme. Toca mi boca, te lo ruego, que mis palabras, las tuyas, sean semilla de buen fruto. Pon tus mensajes en mi lengua aunque amarguen mi paladar. Haz de mí una plaza fuerte para el refugiado, columna de hierro para el débil, muralla de bronce para los desvalidos. Como Jeremías yo también estoy dispuesta, mas la victoria es tuya. Sólo tú eres mi amparo, el que da la vida nueva, eterna, para siempre.

Texto: Isabel Pavon

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