El tiempo especial



Jesús, el dulce, viene…
Las noches huelen a romero…
¡Oh, qué pureza tiene
la luna en el sendero!
...la celeste melodía
suena fuera…
¡Señor del cielo, nace
esta vez en mi alma!*

Ya sé, la mayoría no concordará con que es el mejor tiempo del año, y tal vez muchas veces yo estoy igual que ustedes: cansada, agobiada, y con el peso de un año difícil.

Y hay más por sumar a este enunciado: se acercan las fiestas y los conflictos personales y familiares se potencian... con quién las pasamos (y con quien no), los que sobran y los que faltan en las mesas generosas dónde intentamos  ocupar con comida los vacíos que muchos portamos. También aumenta la ansiedad por el descanso tan esperado y la preocupación por tener el dinero suficiente y el tiempo para tomarlo. Las sumatorias abundan y se multiplican.

Diciembre es el mes de la verdad, todo parece seguir alumbrado miles de años después, por la poderosa Luz esencial que vino al mundo. En diciembre todo queda expuesto, la soledad, los conflictos, el agotamiento, las metas frustradas... todo puede verse en un solo pantallazo.

Pero el mejor contraargumento es sostener el primer enunciado: Diciembre es el mejor tiempo del año, y aunque cerremos los ojos, y el cuerpo y lo diario nos griten el cansancio y la soledad; hay momentos únicos en este mes dónde lo verdadero se torna en importante, y nuestra alma se recuesta en la paz de lo eterno acunado con devoción en nuestro corazón.

"Señor, nace otra vez en mi corazón y resuelve con tu Gracia la paradoja de este mes especial, y reposará mi ser en tu paz y tu justicia." 

Texto: Edith Gero
*Juan Ramón Jiménez, Poema de navidad.

Comentarios